Toda la sangre


Gustavo Faverón. Toda la sangre (Matalamanga,2006)

La lectura de los 19 relatos reunidos por el crítico Gustavo Faverón (Lima, 1966) en Toda la sangre. Antología de cuentos peruanos sobre la violencia política (Matalamanga, 2006) no puede dejar de conmovernos, tanto por la naturaleza de los sucesos contados (los más crueles asesinatos y masacres) como por ser el testimonio de una época cercana, pero tan difícil y problemática que muchos prefieren olvidarla.

A la estrecha relación entre realidad y literatura, hay que sumar los inevitables vínculos que se establecen entre los textos con sus autores (sus opciones y trayectoria política), con los acontecimientos históricos posteriores (los textos abarcan más de 30 años) y hasta entre las propias ficciones.Los dos cuentos más antiguos son, en ese sentido, ejemplares. En Una vida completamente ordinaria Miguel Gutiérrez (Piura, 1940) narra el encuentro y enfrentamiento entre dos militantes izquierdistas de diferentes generaciones, el más joven y radical de ellos llamado Saúl Lobato (S.L.). Por su parte, Hildebrando Pérez-Huarancca (Ayacucho, 1948) entrega en La oración de la tarde una historia simbólica: para atrapar a un peligroso puma los campesinos queman una pradera y también a los inocentes animales que en ella viven. Pérez Huarancca se convertiría después en un importante mando de SL y fue, según algunos, el responsable de la matanza de Lucanamarca. Su azarosa vida inspira el cuento Vísperas de Luis Nieto Degregori (Cusco, 1955).

Faverón ha reunido a representantes de más de tres generaciones de escritores, desde Carlos Thorne (Lima, 1924) hasta Sergio Galarza (Lima, 1975), tanto “criollos” como “andinos”: Carlos E. Zavaleta, Óscar Colchado, Jorge E. Benavides, Pilar Dughi, Dante Castro, entre otros. Los textos seleccionados van desde relatos de unas pocas páginas (El mural de Oswaldo Reynoso, El departamento de Fernando Ampuero) hasta novelas cortas como Adiós, Ayacucho de Julio Ortega, El muro de Berlín de Rodolfo Hinostroza y Pálido cielo de Alonso Cueto, ficciones que muestran la diversidad de las aproximaciones de la narrativa a la violencia política.

Aunque en la selección ha primado la calidad literaria (la mayoría de los relatos destacan claramente en los libros en que fueron publicados originalmente), en el prólogo –el ensayo El precipicio de la afiliación–el antologador reflexiona con rigor y solvencia sobre algunas de las constantes temáticas de estas ficciones: los quiebres generacionales, la presencia del marxismo en las aulas (“los educadores armados”) y la “metáfora del escritor como un observador solo parcialmente distanciado”. A manera de colofón se presenta el ensayo Violencia y ficción, mirar a contraluz del sociólogo Félix Reátegui, coordinador del Informe Final de la CVR.

Por su naturaleza, este libro seguramente generará controversias y polémicas. A pocos días de su presentación, ya las inició el crítico estadounidense Mark Cox, autor de la antología El cuento peruano en los años de la violencia (2000), para quien esta narrativa es indesligable de un cierto “boom de la narrativa andina que comienza en la década del 80”. Mucho más amplia y panorámica que antologías similares previamente publicadas, Toda la sangre es el testimonio de una época y una valiosa recopilación de algunas de las propuestas más interesantes de la narrativa peruana de los últimos decenios.



En internet se pueden leer dos cuentos incluidos en esta antología:La noche de Morgana de Jorge Eduardo Benavides y La casa del cerro El Pino de Oscar Colchado.


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1 comentario:

Gonzalo Del Rosario dijo...

El cuento de Colchado ta de la putamare